El paseo arbolado central, que recorre a lo largo de toda la avenida Aguilar y Quesada, es el lugar ideal para inmortalizar con fotos nuestra presencia. Desde el fondo de la avenida podéis mirar el lado norte del océano Atlántico y el lado este con los acantilados que descienden hasta el mar. En el lado sud, a vuestra espalda, la cumbre del Teide se alza en toda su majestuosidad, tal vez pintada de blanco, a menudo coronada de nubes. Continuando nuestro paseo ideal por la Avenida Cristóbal Colón encontramos la primera perfumería Fund Grube. Hay otras igualmente abastecidas. Los locales de perfumerías en las inmediaciones del Lago Martiánez ocupan áreas similares a campos de fútbol. Las variedades de productos de higiene son en cantidad suficiente para desarmar ¡del mal olor de trincheras! un ejército de soldados.
¿Entonces todo perfecto? Incluso los barrios ricos tienen sus defectos, que intentan ocultar con tiendas resplandecientes, casinos, supermercados y hoteles. En el brillo de luces el punto negro se nota más, sobre todo si está rodeado de obras imponentes. Que son: el Lago Martianez con sus siete piscinas, una obra faraónica horizontal, un oasis de paz, donde transcurrir una entera jornada de sol; el Hotel Bahía Príncipe, 16 plantas, resort con piscinas, canchas de tenis y todo el confort que tienen los lugares con 5 estrellas; el Hotel Orotava, 11 plantas, piscina, 4 estrellas; el Hotel Vallemar, terraza panorámica y bar, 4 estrellas, los hoteles Catalonia Las Vegas, Concordia… A ver, pueden contar más estrellas en esta parte de Puerto de la Cruz que, de noche, en el cielo sobre vuestra cabeza – ¡claro, cómplice la contaminación luminosa!
Decimos, todas las bellezas tienen su punto negro. Y el punto feo de este barrio, (las personas que ya han dado un paseo por la ciudad seguramente lo han notado), el punto negro, el punto malo se encuentra en la avenida Familia Bethencourt y Molina, al número 28. Es un edificio de ocho plantas, construido en los años sesenta del siglo XX, casi completamente reformado, pero nunca terminado. Y aquí nos encontramos con dos versiones de los hechos, dos caras de la misma moneda, dos versiones irreconciliables, un asunto sin solución.
El maldito edificio desprovisto de puertas, ventanas y de todo resiste a la intemperie. Está así después treinta años, incumplido, porque la reforma fue interrumpida por causa de materiales defectuosos, aparentemente tenían contaminantes. Entretanto los residentes se preguntan: si había contaminación, ¿lo dejan durante 30 años a contaminar los paseantes?
Vamos a la secunda versión, más larga y bastante retorcida.
La dama vestida de magia© que había enamorado al conductor de la guagua 103 lo abandonó. Lo culpaba a él y todos los demás por no haber podido impedir la fuga de su tío. Pero no se perdí de ánimo. Denunció la muerte presunta del loco del acantilado, ya empezaban a llamarlo así, y esperó que la justicia siguiera su curso.
En pocos días el conductor de la guagua numero 103 cambió su forma de ser y el rumbo de su vida. Amargado, a menudo perdió los estribos con los pasajeros; borracho, chocó la guagua contra un árbol; en fin, fue suspendido de sus funciones. Convertido en una persona sin hogar encontró un techo en el edificio abandonado habitado por otros vagabundos. Un año después inició el intento de desintoxicarse del alcohol. Tomado el control de su destino reveló que el loco del acantilado no estaba muerto como todos creían, sino que había encontrado refugio en el mismo edificio.
A esta altura el asunto se transformó en un nudo hasta hoy inextricable. El juez suspendió el proceso por la supuesta muerte del difunto. Hacienda hipotecó los bienes de familia por falta de pago de impuestos. Agua, luz, gastos de comunidad, basura, seguros, todo ya seguía en marcha como antes. Y por lo tanto todo empeoró. Ni faltaron las domiciliaciones bancarias que habían continuado su curso… hasta vaciar todas las cuentas.
La dama que había enamorado al conductor de la guagua 103, que había visto desvanecer su sueño de apoderarse de las propiedades de su tío, se había embarcado en un largo viaje en el yate de su nuevo amor. ¡Olvidados los días pasados en las guaguas!
En tiempos más recientes, dos alcaldes prometieron demoler el edificio, pero perdieron el apoyo del consejo municipal y después también las elecciones. Los conductores de autobús que, por curiosidad, fueron a ver dónde se escondía el loco del acantilado tuvieron desventuras. La compañía de autobuses ordenó: ¡manténgase alejado de ese edificio! Dicho y hecho, a pesar de que el barrio está conectado a la autopista a través de un túnel y una carretera de dos carriles, sin semáforos, no hay guaguas ni de entrada ni de salida.
La mayoría de la gente no cree en las maldiciones, pero si acaso, es mejor evitar inconvenientes.
A complicar el asunto se dice que la chica se casó de verdad con un hombre viejo muy rico; que el edificio fue comprado por un fondo buitre; que detrás del fondo estaría el mismísimo diablo, el loco del acantilado. Y de todo modo no hay manera de derrumbar el edificio sin el consentimiento del fondo buitre. Además, ¿cómo arreglar deudas e impuestos atrasados?
Entretanto la suma total plus multas e intereses que se deben a Hacienda y acreedores han subido a niveles que nadie sabe valorar. Solo una ganancia a la lotería podría solucionar las cosas.
Así que el ayuntamiento, en lugar de imponer una tasa turística a los visitantes, ha ideado una contribución a premio. Un boleto de lotería instantánea (un rasca y gana) para una verificación inmediata de la suerte. El mismo boleto podrá participar al sorteo anual el 3 mayo, Día de la Cruz, fiesta de la ciudad. La ganancia se destinará a cubrir las deudas pendientes. El afortunado compartirá las ganancias de la venta de los bienes congelados, después de resolver cualquier deuda pendiente con las autoridades.
Estos billetes de lotería sólo se venden en el quiosco de al lado. No hace falta nombrar una persona residente para ser notificado si ganáis. Sin embargo, la solución del caso tendrá repercusión mundial.
© Ricardo